05 septiembre 2005

Seguridad en los cielos

Hoy vuelve a aparecer la noticia de un accidente de aviación. Han sido 137 los muertos al estrellarse un B737 de la compañía indonesia Mandala. Es el quinto accidente de aviación comercial en apenas 2 meses y pico.

Aunque el número de accidentes y de víctimas en el transporte aéreo es muchísimo menor que en el transporte terrestre (automóviles, autobuses o trenes) o marítimo, cuando un avión se estrella siempre aparece un componente de alarma social, debido seguramente a que la mayoría de las personas sienten un miedo disimulado e irracional a volar. Tienes muchas más posibilidades de matarte cuando coges tu coche para ir al trabajo, pero sin embargo eso no suele provocar ansiedad en los conductores, ya que se tiene la ilusión de controlar la realidad a los mandos del volante. En un avión (casi) todo es extraño, desconocido y misterioso. Las respuestas a esta ansiedad van desde la agresividad más injustificada hasta los ataques de pánico, recorriendo todo el espectro de emociones. Todo porque no se tiene la ilusión de controlar la situación, lo que en psicología se llama "falacia de control".

Pero dejando de lado aspectos mentales, lo que sí es cierto es que los accidentes de aviación suelen tener un factor humano muy importante detrás. Siempre he oido decir que los aviones no se caen, los tiran. Cuando un avión sufre un accidente siempre hay antes una cadena de errores, negligencias, malentendidos y casualidades, cuando no directamente de acciones criminales. Las compañías de aviación pero también los estados han de ser los que velen por que esas casualidades, negligencias y malentendidos se den lo menos posible.

Según datos del SEPLA (sí, ese sindicato de seres horrorosos y malvados llamados "pilotos" que ahora resulta que van a tener algo de razón, después de todo) solamente hay 3 inspectores de Aviación Civil en España que el pasado 2004 realizaron más de 300 inspecciones de aviones. ¿Mucho? Bueno, teniendo en cuenta que en el 2004 hubo más de 1.500.000 movimientos (esto es, despegues y aterrizajes) en los aeropuertos españoles no parece una gran cantidad, ¿no?

Por supuesto que el Ministerio de Fomento niega todo eso y dice que en realidad hay 133 inspectores. Lo que no dice es que ese número incluye hasta a los bedeles y los conserjes de la DGAC. Sin hacer caso de la ministra del ramo, Magdalena Álvarez, las aviaciones civiles de Francia, Bélgica y el Reino Unido se han puesto manos a la obra de separar el grano de la paja, publicando listas negras de aerolíneas que no cumplen las normas de seguridad. ¿Nuestro Ministerio? Echándole la culpa al empedrado y esperando a ver si en Bruselas dicen algo. ¿A qué espera la ministra Álvarez? ¿A la vuelta al "cole"? Alguien debería recordar a la ministra que se espera del gobierno de España (con perdón) que gobierne de vez en cuando y que proteja en primer lugar las vidas de sus ciudadanos.

Sin querer levantar desconfianza ni desatar el pánico, desde Espiquin in Silver me gustaría recordar que nadie da duros a cuatro pesetas y que no es de recibo que un billete de avión cueste menos que uno de metro. La próxima vez que alguien vea un anuncio de un vuelo baratísimo, hará bien en preguntarse por qué es tan barato.

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