12 diciembre 2011

Más pingüinos

Guardaba con curiosidad la reseña de una película, "Happy Feet 2", que leí en La Prensa de Panamá hace unas semanas. Yo hasta ayer no había visto la cinta en cuestión, pero me llamaba la atención que el autor de la reseña (Daniel Domínguez) comentaba que su hijo de 5 años se había aburrido un poco, coincidiendo con la opinión del crítico: era un rollo.


Ayer por fin pude ver la película de marras junto con mi hijo de, que cosas, 5 años. Para resumir: a mí me pareció un rollo y estaba a punto de gritar si otro pingüino, elefante marino, krill, frailecillo o cualquier otro bicho se hubiera puesto a cantar una sola canción más. Sin embargo a mi enano le gustó bastante, con los sustos propios de su edad, pero claro, era una apuesta segura ya que a él le encantan los Sphenisciformes.



De todo esto saco dos pensamientos. Por un lado, está muy bien que un crítico de cine se lleve a la sala a su hijo, sobrino o nieto si va a ver una película infantil, de animación o no. ¿Qué mejor termómetro que las reacciones de un enanito, cuantas veces va al baño durante la proyección, si dice que se aburre, etc? Eso es lo que tiene que dar la valía real de una cinta destinada a entretener.

Y por otro lado, que parecidos somos todos, vivamos en Almería o en Panamá-city. No sé si es la globalización o que en el fondo todos los padres lo único que queremos es que nuestros hijos sean felices y acabamos en lugares comunes, de una parte a otra del mundo: en el cine, en el circo, en el teatro, en el parque... cazando jabalíes... yo que sé. Como dice el Doctor Lightman, todos somos iguales en la superficie. Toda la raza humana se rie, tiene miedo, se sorprende, siente ira, etc. Todos los padres del mundo buscamos que nuestros hijos crezcan sanos y alegres. Ya sea llevándolos al cine o dándoles una talla en forma de elefante en aquella caverna prehistórica