26 febrero 2007

Video killed the radio star

En realidad, nunca sucedió lo que The Buggles cantaban, sino que la aparición de los video-clips, allá por finales de los 70, creó una nueva manera de vender música, una nueva forma de expresión artística, que dirían los entendidos. Para los que eramos teenagers en esa época, los 80, los videos musicales eran parte fundamental de nuestra vida social. Había que estar al loro, en la onda y ver los vídeos de tus grupos favoritos, para luego comentarlos con los colegas y hacer ver que controlabas.

Desde aquel entonces, en mi retina han quedado unos pocos vídeos. Sin duda, el primero que recuerdo y el que resumía todo lo que un video-clip debía ser (imágenes molonas, música acojonante) es Money for nothing, de Dire Straits. Y es que sí, todos queríamos tocar en la MTV y tener las tías for free.



Después, entre las cientos de horas de video que me pude tragar, por esos motivos inexplicables de la vida, se me quedó enredado entre los surcos del cerebro la vocecilla de Thomas Dolby gritando Hyperactive.



Muchos años después, la unión de música molona e imágenes acojonantes (¿o era al revés?) volvió a atraparme en el video de Crazy, con la música de Aerosmith y las estampas (bellas estampas, vive Dios) de Alicia Silverstone y Liv Tyler. Y es que, ¿quién no querría echarle un vistazo a esas fotos de fotomatón?



Y por último, recuerdo a Christopher Walken, tio inquietante donde los haya, volando por los aires en el video de Fatboy Slim, Weapon of Choice.



Así que ni el video mató a la estrella de la radio, ni parece que internet vaya a matar a los genios del video-clip. Antes que todo eso suceda, aún nos quedarán muchas horas disfrutando frente a la pantalla, a la radio o a lo que quiera Dios quiera que los payos inventen.

18 febrero 2007

Pistas

Sólo voy a escribir una entrada sobre el Juicio del 11M. Sólo una y va a ser ésta. Si Horatio Caine o Gil Grissom vieran cómo se está llevando la investigación sobre los atentados, les habría dado un síncope o se estarían dando cabezazos contra la pared de lo inútiles que son todos (bueno, a lo mejor a Horatio sólo se le habrían caido las gafas del susto... pero en él, eso sería terrorífico). Pruebas contaminadas, evidencias que desaparecen, cadenas de custodia rotas por doquier, testigos que se contradicen, acusados que no se sabe muy bien porqué lo están, ruedas de reconocimiento invalidadas, escuchas telefónicas sin peritaje de identificación... En pocas palabras: ¡un desastre que te cagas! ¿Es que no hay nadie capaz de hacer su trabajo bien? ¿Se han vuelto idiotas de repente fiscales, jueces, policías e investigadores? ¿Tiene que venir el CSI a enseñarles cómo se procesa un escenario para encontrar, por ejemplo, el explosivo utilizado en los trenes? Si en todas las películas se miran las cámaras de seguridad lo primero, ¿nadie ha encontrado alguna grabación de la Estación de Atocha donde aparezcan los sospechosos? Todo esto hace que uno pierda la fe en la justicia, si es que aún la tenía. ¡Ven Grissom, que aquí ni cristo parece tener ganas de saber qué pasó en realidad aquel 11M!


PD. En el episodio de mañana 19 de Febrero, los chicos del CSI: New York se enfrentan con un pirado que va poniendo bombas activadas mediante teléfonos móviles. Lo digo por si nuestros sagaces policías y fiscales quieren tomar alguna nota o coger alguna idea. De nada.

13 febrero 2007

Pardiez (2)

¡Voto al chapiro verde! Por fin alguien se ha atrevido a decir lo que muchos pensábamos: que Pedro Almodovar es un maleducado, un desagradecido y un anacoluto. Si lo hubiese dicho cualquier españolito, inmediatamente el coro de pringados lo hubiese lapidado y tildado de homófobo, facha, reaccionario, carca, ignorante, provincinciano y yo que sé más cosa. Pero lo ha dicho Viggo Mortensen, que aparte de ser un actor de fama mundial, es neoyorquino de origen noruego, alternativo y más majo que las pesetas, aparte de hablar un buen español (lo del acento leones es otro cantar, ejem). Sostiene Mortensen que Almodovar se pasó tres pueblos al no ir a la gala de los Goya, al contrario que él mismo u otros directores como Guillermo del Toro (por cierto, que ha ganado el Bafta como mejor Película de habla no inglesa, compitiendo ¡sorpresa! con Volver) o Agustín Díaz Yánez (el director de Alatriste); sobre todo, sabiendo como se sospechaba que la Academia preparaba una orgía de premios para la citada Volver para que Almodovar les perdonase y se dignase a aparecer por la gala. Pero ni por esas: Pedro estaba cansadiiisimo y no pudo asistir, lo siento, ya veremos el proximo año. Que se meta por donde le quepa su película, a Penélope y a todo el equipo. Yo y otros muchos preferimos a Don Diego Alatriste y Tenorio y a Viggo ¡Qué le ofrezcan la nacionalidad española ya!

06 febrero 2007

Pardiez

Es matemático: es acabar un libro de Alatriste y entrarme unas ganas horrorosas empezar a gritar voto a tal, salir a la calle embozado, con la toledana en el cinto y de apuntarme al Tercio para ir a Flandes o a donde su Majestad tenga a bien enviarme. Desisto siempre, primero, porque llevar una espada toledana al cinto por la calle está prohibido por ley, y segundo, porque el único tercio que conozco está en Canarias, que me pilla lejos. Un desastre. Los tiempos han cambiado y dudo que Diego Alatriste tuviera cabida en ellos. España ha cambiado el martillo de herejes por la alianza de civilizaciones. ¿Será bueno esto? Puede que sí, puede que no, como dice el chotis. Mejor para los herejes, seguro. Mejor para España, no lo tengo tan claro. Eso sí, seguimos siendo los mejores vasallos a la espera de un buen señor, que no es ni el Conde-Duque ni ZP, seguro.


De todos modos, tras ver la película de Alatriste y leer este su último libro, tengo claro que el cuerpo me pide más. Más que un largometraje, quizás las novelas pedían una serie de televisión, al estilo de Hermanos de Sangre. Así que desde estas humildes páginas, ruego a vuesa merced, Don Arturo Pérez-Reverte, tenga a bien ceder todos los derechos a los herejes de la cadena HBO, que conocen su oficio y no convertirían a Don Diego Alatriste en un sucedano del Doctor Nacho Martín (a.k.a. Médico de Familia), como sin duda sucedería si osase hacerlo con una productora de televisión de esta nuestra católica (es un decir) España.


03 febrero 2007

Mas cine, por favor (IV)

Hablaba yo hace unos meses del sorpresivo cierre (para mí) de uno de los pocos cines de mi barrio, el Duplex, aquel donde se proyectó Tommy y a cuya salida se esperaban los mods y los rockers para ostiarse. Hoy he comprobado con horror que la epidemia se extiende; se han cerrado el Tívoli, el Benlliure y se anuncia el cierre de otros dos iconos madrileños: el Avenida y el Palacio de la Música. Un horror. Una pena.

He oido mil veces el argumento de la falta de rentabilidad de estos locales, pero creo que los madrileños nos merecíamos otras solucciones. Queremos otras solucciones que la de convertir el sitio de nuestro recreo en tiendas y más tiendas. Venta a plazos y pague cuando pueda. La Gran Vía de Madrid es la arteria pricipal de la ciudad y me niego a pensar que se pueda ver reducida a un gigantesco centro comercial donde en vez de los estrenos de la semana aparezcan anuncios de rebajas. El cambio de la legislación municipal sobre los locales cinematográficos y su uso en exclusiva está claro que ha abierto las puertas a la masacre de los cines existentes.

Estamos en época de elecciones, queridos ciudadan@s. Es hora de pedirles a los candidatos que tengan en cuenta algo más que el precio del abono-transporte o la longitud de los túneles a inagurar. Los cines de Madrid están en peligro de extinción y está en su mano hacer algo. Y nosotros tenemos que exigirlo, o corremos el riesgo de encontrarnos con una Gran Vía convertida en un erial, tras el cierre de los comercios.