30 noviembre 2005

Malos aires

Pasan los años, pasan los gobiernos y Aerolíneas Argentinas (AA) sigue de bronca, como dicen allá. La última ha sido dejar a decenas de miles de pasajeros en tierra al cortar empleados de la línea aerea la autopista que lleva hasta el aeropuerto internacional de Ezeiza, en Buenos Aires. Los trabajadores se han pasado por el forro de los cojones una conciliación obligatoria del ministerio de trabajo argentino para negociar con la empresa. Total, una semana con los aviones parados y los pasajeros desperdigados por el mundo. ¿De quién es la culpa? Poco faltará para que se la echen otra vez a los "gallegos" de Marsans, los propietarios actuales de AA, e incluso a los antiguos gestores, Iberia; cualquier cosa antes de reconocer las culpas propias. Cualquiera que haya trabajado en Argentina sabe que los sindicatos gremiales de allí funcionan como pequeñas mafias que no dudan en recurrir a los métodos más directos si sus peticiones, sean o no descabelladas, no son atendidas por los empresarios. Si a eso le sumamos políticos más preocupados por su popularidad y por llenarse el bolsillo, el resultado es un país en permanente conflicto interior y exterior. Mal lugar para invertir si eres extranjero, desde luego. ¿Otro ejemplo? El ministro de economía, Roberto Lavagna, aquel que consiguió medio reflotar la economía de Argentina después de "el corralito", ha sido destituido el pasado lunes por denunciar corrupción en la administración a la hora de adjudicar obras públicas a ciertas empresas. ¡Sálvese quién pueda!

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