14 diciembre 2005

Let's the stars shine over me

Aplaudo y vuelvo a aplaudir la decisión del Ayuntamiento de Barcelona de reducir la intensidad de parte de la iluminación urbana, sobre todo de escaparates y neones publicitarios. No se trata de dejar la ciudad a oscuras, sino de racionalizar la iluminación de la ciudad, lo cual aporta ventajas económicas (reduce la factura de la electricidad) y ecológicas (reduce la contaminación lumínica). Esta medida también conllevará la sustitución de parte de las farolas por otras menos contaminantes y más eficientes, sobre todo aquellas que emiten la mayor parte de la luz hacia arriba, con el consiguiente desperdicio de iluminación.

Permanece, por otro lado, la iluminación de edificios históricos o relevantes, el alumbrado de zonas especialmente oscuras y las luces de fiesta, como las navideñas. Triple aplauso, pues. Desde Espikin in Silver no solo esperamos que el Ayuntamiento de Madrid copie pronto la medida, sino que abogamos porque desaparezca tanto cartel publicitario excesivo y que atenta contra la estética de muchas fachadas preciosas de edificios. Si ya hay leyes contra los malvados fumadores, ¿por qué no una contra los horteras y los facineriosos?

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