10 mayo 2006

¿Es un pájaro? ¿Es un avión? No, ¡es un base!


Una de mis debilidades en esta vida es el baloncesto, el único deporte que he practicado con asiduidad y del que creo entiender un poquito. Y dentro del baloncesto, siempre me han llamado la atención los bases. Hay quien se extasía viendo pivots dominadores o aleros tiradores; a mí me ha dado siempre admirar a esos jugadores bajitos (normalmente) que llevan a su equipo en volandas, que controlan el tiempo del partido y que reparten entre sus compañeros la gloria de la canasta. Jugadores como Corbalán, Sorozabal, Creus, Costa, Jou Llorente, Rafa Jofresa o Raúl López en España. En el resto del mundo, Magic Johnson, Isaiah Thomas, John Stockton, Moti Aroesti, Mike D'Antoni, Valtis Valters, Sergei Belov, Aleksandar Djordjevic o Sarunas Jasikevicius. Esos son los dioses que llenan mi panteón particular.

Pero este año, por segundo consecutivo, la NBA ha tenido un acceso de cordura y ha reconocido como jugador más valioso (MPV en inglés) a un base. No uno de esos super-atletas egoistas expertos en el uno-contra-uno , sino alguien que se distingue especialmente por repartir juego entre sus compañeros. El canadiense Steve Nash es un jugador atípico dentro de la NBA, no solo por pensar en el equipo antes de en él, sino por mantener un estilo de vida muy alejado (es discreto con su vida privada, está comprometido social y políticamente... ¡idolatra a Zinedine Zidane!) de los horteras raperos que llenan la NBA. Esta temporada tuve la gran suerte de verle jugar en el Madison Square Garden, en uno de los pocos partidos que los N.Y. Knicks han ganado esta temporada, y allí nos regaló a los espectadores un partidazo con tres prórrogas y ¡22 asistencias! Para los que como yo creemos que el baloncesto es el deporte más hermoso del mundo, Steve Nash es algo así como el profeta del jogo bonito. Muchas felicidades.

1 comentario:

Citopensis dijo...

Además tiene un pelazo el chaval...