22 diciembre 2009

Se acabó (2º parte)

Es triste ver como el hombre, el español en este caso, es el único animal que no sólo tropieza en la misma piedra, sino que se tira de cabeza contra la piedra una y otra vez, aun sabiendo que le hará "pupa". Nada, que no escarmentamos. Hace tres años hablaba yo de la crónica de una muerte (aeronáutica) anunciada: el cierre de Air Madrid. Pedía yo (y toda España) en aquel entonces más control sobre las aerolíneas y sus dirigentes, pero que si quieres arroz, Catalina.

Este cierre de de aerolínea, versión 2009, el de Air Comet, estaba igual de anunciado (llevaban más de seis meses sin cobrar y no podían sobrevolar la mitad de los paises sudamericanos por deudas que tenían en los mismos), pero tiene el delito añadido que el jefe, el baranda, el mandamás no es otro que el, se supone, mandamás de todos los empresarios, o sea, el presidente de la CEOE, Gerardo Díaz Ferrán. ¿Tomarán ejemplo los empresarios españoles de cómo se manda al garete una empresa? Esperemos que no. ¿Decidirán que, en justicia, un inutil no puede representarles ante la sociedad española? Esperemos que sí.

Ahora, lo que ya sabemos: el ministerio poniendo la pasta y fletando aviones (de Iberia, me temo, ya que me encuentro este mes de Incidencias y algún vuelo me de esos me caerá), los pasajeros indignados y pidiendo explicaciones (las que no pidieron cuando compraron billetes tirados de precio), los empleados pensando cómo van a pagar todas las deudas que tienen tras seis meses sin sueldo, la sociedad haciéndose cruces (en las que deberían colgar a los que han permitido esto), etc. Todo ello con el bonito fondo de los villancicos y los llantos de los niños que deberían estar durmiendo en sus cunas y se encuentran pasando frio en un aeropuerto. OK, routine.

¿Estamos condenados a repetir siempre la historia? ¿Nunca aprenderemos de los errores? Por más que intento pensar lo contrario, situaciones como estas, un calco de lo sucedido en 2006, me lo impiden. Hay mucha gente que las va a pasar canutas estas Navidades, y parece que nadie se esfuerza por impedir que la historia se repita.

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