07 diciembre 2007

Cristina

Hay por Argentina un ¿estupido? debate sobre la manera adecuada de nominar a la futura presidenta de la república en los medios de comunicación, en el día a día. En España solemos quedarnos con el apellido y a veces con el segundo apellido, del mismo modo que en el colegio nos terminaban llamando por nuestro segundo apellido ante el pequeño caos de tener que nombrar a los diecisiete "rodríguez" y los trece "pérez" que solía haber por clase, cada vez que se pasaba lista. Concretando, del actual presidente del gobierno, hizo fortuna el quedarse con "zapatero" a secas, lo cual no deja de ser mérito de los creativos del PSOE: un apodo así de pegadizo es el sueño de cualquier publicista. Así ZP o Zapatero o Jose Luis Rodríguez Zapatero, no hay mucha discusión.

En Argentina ha triunfado, por lo visto, el llamar a la próxima presidenta simplemente "Cristina", un poco a raíz de la campaña política de las presidenciales, cuando ese nombre inundaba las ciudades. Pero claro, apelar a la jefa de estado por su nombre propio parece de una familiaridad inadmisible en alta política, por no decir una catetada. Sin ir más lejos, en Chile gobierna una mujer y a nadie se le ha ocurrido hasta la fecha llamarla simplemente "Michelle" (Bachelet). Así, "Cristina Kirchner" es reconocible, pero no es su apellido real; "Cristina Férnandez de Kirchner" es su nombre completo, pero de casada, como si ella sola no fuese nadie; "Cristina Férnandez" por lo visto no gusta a nadie por soso. La llamen como la llamen después de su toma de posesión (durante esa ceremonia en la que Moratinos imaginó un encuentro inexistente e imposible), por lo menos puede estar segura que ése va a ser el menor de sus problemas durante su mandato.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Hola compañero! He llegado por casualidad a tu blog y me encanta ver que en La Compañía hay gente con los ojos abiertos para obsevar el mundo. Te seguiré leyendo. Un beso desde el 320.