13 diciembre 2006

El misterio

Pude leer hace unos días en La Vanguardia la carta, curiosa, de un lector que hablaba de un restaurante de su barrio que había pasado por nada menos que ¡once! encarnaciones. En efecto, era un local que había cambiado ya once veces de denominación, con sus consiguientes reformas e inaguraciones. Pese a todo el esfuerzo en rehabilitar el local, ninguno de los restaurantes conseguía el éxito deseado. Como al lado suyo existen, al parecer, otros dos restaurantes que siempre están llenos, el lector se preguntaba qué podría pasar con ese local para que nunca tuviese éxito.


Creo que es un hecho universal (al menos en un Universo como el mío, que tiene calles, plazas y gente paseando y tal) que haya locales que están destinados a no tener éxito. Por muy comercial que sea la calle, por mucho interés que pongan los propietarios, por más que la reforma y fiesta de apertura sean espectaculares, el fracaso de ciertos locales estará siempre asegurado. En la esquina del edificio donde vive mi madre, en una calle comercial de Madrid y bastante céntrica, han desfilado no menos de ocho negocios, todos fracasados. Siempre me había parecido extraño, pero cuando el antepenúltimo negocio fracasó, empecé a pensar en complots judeo-masonicos y en mal kharma acumulado por que el negocio era... ¡un Todo-a-100 de unos chinos! ¿En nombre de Confuncio, qué fuerza sobrenatural puede hacer que un negocio así tenga que cerrar sus puertas en menos de un año? Y es que lo que no puede ser, no puede ser y además es imposible.

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