18 abril 2011

Oro

No es frecuente que yo hable bien de Almería, pero que leches, una vez al año no hace daño. Ayer estuvimos pasando el día por las inmediaciones de Rodalquilar y la verdad es que salí bastante encantado de la visita a este antiguo pueblo minero. Las minas de oro de Almería han sido explotadas desde antes de que los romanos fundasen Portus Magnus y éste fue el último enclave que queda de esa fiebre del oro.


Ahora el pueblo se ha reconvertido y explota sus parajes a la vez que la nostalgia de las minas. Se pueden visitar los restos de las mismas y alojarse en cualquiera de las casas rurales que hay en la localidad. A tiro de piedra tienes los espectaculares enclaves de La Isleta del Moro y la playa de Los Escullos, aún playas casi sin explotar, absolutamente maravillosas, excepto cuando el vendaval de levante arrecia, tal y como pasaba ayer.


Por lo tanto, animo a cualquier cristiano de buena fe (y a cualquier pagano o hereje respetuoso) que visite este enclave del Parque Natural de Cabo de Gata-Nijar antes de que la codicia humana acabe con él. Y es que la fiebre del ladrillo es bastante peor que la del oro (y mucho menos romántica, añado).

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