24 agosto 2008

Gloria

Los Juegos Olímpicos de Pekín han acabado para España con el colofón de la medalla de plata en baloncesto, igualando la conseguida en Los Ángeles'84. Ha sido una medalla merecida, peleada... y agridulce. A ratos me ha parecido que podíamos vencer, aunque lo normal, lo lógico, lo que todo el mundo esperaba es que el superequipo americano, el Redeem Team, fuese el vencedor y medalla de oro. Todo el mundo... menos unos cuantos millones de españoles y otros cuantos millones de aficionados al baloncesto de todo el mundo, empezando por los argentinos a los que aún les duele la derrota en semifinales, tan inevitable como injusta a ratos.

Y es que nunca sabremos ahora qué hubiese pasado si los árbitros hubiesen sido realmente imparciales y hubiesen aplicado el reglamento, todo el reglamento, en concreto la regla de los pasos de salida. Aquí podéis ver una muestra, pero cualquiera que viese el partido (en realidad, cualquier partido de los norteamericanos) sabe que los jugadores del Team USA hacían pasos de salida nueve de cada diez veces. Puede parecer un detalle nimio, pero ese pasito (y a veces dos pasitos) dan una ventaja que, unida a su innegable capacidad atlética, hace que los rivales sólo pudiesen seguir con la mirada esos fulgurantes contrataques... ¿de baloncesto o de balonmano?

Así que sólo podemos sentir orgullo por nuestro equipo que, ante los mejores jugadores y con los árbitros... mirando para otro lado (esas dos técnicas pitadas al final, más falta... cuando Chris Paul había salido en pasos otra vez... ¿realmente tenían que recochinearse?), amén de jugar con un chaval de 17 años como base casi todo el partido, han logrado estar ahí hasta el final. Y que nadie se equivoque: los gringos han tenido que dar todo para ganar (y "todo" en el caso de Kobe Briant es "mucho") y con cuatro abajo España y dos minutos por jugar... no las tenían todas consigo, no señor.

Gracias equipo, gracias Pau, Felipe, Rudi, Jose Manuel, Juan Carlos, Raül, Berni, Alex, Marc, Jorge, Ricky y Carlos (y hasta siempre, gran capitán) Gracias por hacerme pasar unas horas, unos días inigualables. Gracias por refrescarme el recuerdo de Los Ángeles. Gracias por recordame que ser español ya no es una excusa, sino una responsabilidad.

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