27 julio 2007

Polémica

Con retraso, voy a comentar la polémica sobre El Jueves, el chiste, Del Olmo y la libertad de expresión, aunque me temo que mi postura no va ser ni novedosa ni ingeniosa ni aportará aspectos revolucionarios en la jurisprudencia... pero como es mi blog, la suelto y punto. Siempre he hecho mía la postura de Voltaire: estoy completamente en contra de lo que dice, pero defiendo a muerte su derecho a decirlo. El chistecito de El Jueves (el que no lo haya visto, que se lo curre un poco y lo busque él) es zafio, grosero, fácil y manido. No hubiera merecido ni dos líneas en un periódico serio si el inútil del juez Del Olmo y el meapilas de Conde-Pumpido no se hubiesen metido a la estúpida tarea de ser más papistas que el Papa.

El resultado final ha sido una publicidad inmensa e inmerecida a la revista (que se gana la fama de cañera entre sus lectores), un perjuicio a la institución de la Corona (más que por la obscenidad, por amplificar la mentira de que el Príncipe no trabaja ni ha trabajado nunca), y por último el reafirmarse en que la justicia en España es un cachondeo. Como decía Anson en El Mundo hace unos días, los periodistas están sujetos a ley, por supuesto, pero se debe actuar contra los autores de la ofensa, no contra la publicación. Si cualquier famosillo puede ir y avisar a sus abogados para que pongan cientos de querellas contra aquellos que mancillan su ¿honor?, de seguro la Casa Real se basta y se sobra para manejar la imagen pública de la Familia Real sin que los palmeros de turno tengan que salir al rescate.

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