17 diciembre 2010

Uno (más) que nos deja

Es que no puede ser, es llegar el frio y caen como moscas, copón. Si hace unas semanas comentaba la muerte de un actor y un director, hoy tengo que comentar por narices que anteayer se fue de este mundo nada más y nada menos que Blake Edwards. Aquellos que aún no sepan quién fue este hombre, que abran la ventana y se tiren, por favor.

Si Kershner tocó el cielo al menos en una ocasión en su vida, con E"l Imperio contraataca", el buen señor Edwards lo hizo una, dos y hasta tres veces como mínimo, firmando obras maestras como "La Pantera Rosa", "¿Víctor o Victoria?" y, sobre todo y ante todo, "Desayuno con diamantes", una de las películas más maravillosas de todos los tiempos, mil veces recordada, imitada, soñada, revisitada y homenajeada, inmensa película a partir de un inmenso relato de Truman Capote, como bien recordaba hoy Eduardo Mendicutti.



Pero es que no fueron sólo esas tres, que ya de por si le deberían de proporcionar fama eterna, sino otras maravillosas como "Días de vino y rosas", "El guateque", "Cita a ciegas", "10, la mujer perfecta", "La carrera del siglo" o, una de mis preferidas, "Operación Pacífico". Sí señoras y señores, se ha ido uno de los grandes, de los muy grandes, de esos que te dejaban con el corazón partido, la lágrima en la mejilla y la sonrisa en la boca. Uno de esos tipos que hacen que ir al cine siga mereciendo la pena. Que Willy Wilder lo acoja en su seno.

No hay comentarios: