Con tanta morisquería y tanto dibujito se me está pasando comentar el que iba a ser mi tema estrella de toda la semana: la apertura de la nueva terminal del aeropuerto de Barajas, la ya famosa T4 y su edificio satélite (SAT). Así a bote pronto la palabra que se me ocurre para resumir la semana y pico que llevamos de funcionamiento es "chapuza". ¡Y eso que aún no he tenido el placer de sufrirla! El domingo la experimentaré. Por lo pronto, los comentarios de mis compañeros van desde "pesadilla" a "horror", pasando por "desesperación" y por "me cago en los políticos, en los jefes y en la madre que los parió a todos". Muy bonita la terminal, eso sí, pero, ¿no podrían haber esperado a que todo estuviese en funcionamiento? No claro, que la fecha estaba fijada para la foto y eso no se podía retrasar.
Los problemas han sido, principalmente, de descoordinación, motivada por el hecho de que no es fácil acostumbrarse a trabajar en un edificio (dos, en realidad) que nunca has visto. ¿Para qué se hicieron las famosas pruebas con figurantes? ¿No hubiese sido más práctico que todos los empleados hubiesen pasado al menos una vez por las terminales? Cosas tan evidentes como que no haya operarios de "fingers" suficientes deberían de haberse pensado en esos maravillosos ensayos. O que los que llevan las sillas de ruedas tengan que andar corriendo de la T4 a la SAT para buscar a los pasajeros. O que las oficinas de firmas de tripulaciones están en casetas prefabricadas que no tienen acceso directo a la terminal. O que los teléfonos públicos no estén conectados. O que los autobuses no den a basto con los cientos de pasajeros que hacen tránsito desde los edificios antiguos. O que el metro, con una parada a unos cientos de metros, no llegue a la T4.
Los políticos nos hablan de maravilla moderna. Los jefes nos dicen que tengamos paciencia y que seamos profesionales. Los pasajeros nos llaman de todo, con razón. Los empleados podemos poner todo de nuestra parte, pero como decía Talleyrand, "lo que no puede ser no puede ser, y además, es imposible". Seguiré informando.
Los problemas han sido, principalmente, de descoordinación, motivada por el hecho de que no es fácil acostumbrarse a trabajar en un edificio (dos, en realidad) que nunca has visto. ¿Para qué se hicieron las famosas pruebas con figurantes? ¿No hubiese sido más práctico que todos los empleados hubiesen pasado al menos una vez por las terminales? Cosas tan evidentes como que no haya operarios de "fingers" suficientes deberían de haberse pensado en esos maravillosos ensayos. O que los que llevan las sillas de ruedas tengan que andar corriendo de la T4 a la SAT para buscar a los pasajeros. O que las oficinas de firmas de tripulaciones están en casetas prefabricadas que no tienen acceso directo a la terminal. O que los teléfonos públicos no estén conectados. O que los autobuses no den a basto con los cientos de pasajeros que hacen tránsito desde los edificios antiguos. O que el metro, con una parada a unos cientos de metros, no llegue a la T4.
Los políticos nos hablan de maravilla moderna. Los jefes nos dicen que tengamos paciencia y que seamos profesionales. Los pasajeros nos llaman de todo, con razón. Los empleados podemos poner todo de nuestra parte, pero como decía Talleyrand, "lo que no puede ser no puede ser, y además, es imposible". Seguiré informando.
1 comentario:
Bueno, no lo dijo Talleyrand, sino el Lagartijo, si no recuerdo mal. Pero vamos, que pobres los que tengan que ir a la T4
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